La teoría del Estado según Kelsen es uno de los pilares fundamentales del pensamiento jurídico moderno. Este enfoque, desarrollado por el filósofo y jurista austríaco Hans Kelsen, busca explicar la naturaleza del Estado desde una perspectiva puramente jurídica, alejándose de consideraciones políticas, sociales o morales. En este artículo exploraremos en profundidad cuál es la base teórica de esta visión, qué elementos diferencian la teoría kelseniana del Estado de otras corrientes filosóficas, y cómo se ha desarrollado a lo largo del tiempo. Además, se incluirán ejemplos prácticos, comparaciones con otras teorías y una evaluación crítica del impacto de esta doctrina en el derecho contemporáneo.
¿Qué es la teoría del Estado según Kelsen?
La teoría del Estado según Kelsen se basa en su famoso Sistema Puro del Derecho, una corriente filosófica que busca separar el derecho de la moral, la política y la religión. Para Kelsen, el Estado no es una entidad natural ni un fenómeno social, sino una construcción jurídica que se mantiene a través de una estructura normativa. Según él, el Estado es un sistema de normas jurídicas ordenado jerárquicamente, cuya validez se deriva de una norma fundamental o hiper-norma, que no depende de ninguna otra. Esta norma fundamental establece el derecho positivo, es decir, las leyes que regulan la sociedad.
A diferencia de otras teorías, Kelsen rechaza cualquier explicación materialista, histórica o sociológica del Estado. Para él, el derecho debe ser estudiado de manera pura, sin mezclarse con valores o intereses. El Estado, desde esta perspectiva, no es más que el soporte material del sistema normativo. La autoridad del Estado, por tanto, no se basa en la voluntad de los gobernantes ni en el consenso de la sociedad, sino en el cumplimiento de una norma jurídica superior.
Curiosidad histórica: Hans Kelsen desarrolló su teoría en el contexto de la Austria interguerra, un periodo de inestabilidad política y social. Su enfoque purista del derecho fue una respuesta a la necesidad de crear un marco legal estable y neutral, especialmente en una sociedad fragmentada y polarizada.
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El Estado como sistema normativo según Kelsen
Desde la perspectiva de Kelsen, el Estado no es un organismo vivo ni una institución política con voluntad propia, sino un sistema de normas cuya coherencia y validez dependen de la estructura jerárquica que las organiza. En este sistema, cada norma jurídica deriva su validez de otra norma superior, formando una cadena que culmina en la norma fundamental. Esta concepción del Estado como estructura jurídica pura permite evitar confusiones entre derecho y política, o entre derecho y moralidad.
El enfoque kelseniano se diferencia claramente de teorías como la de Carl Schmitt, quien veía en el Estado una realidad política con una dimensión esencial de autoridad soberana. Mientras Schmitt habla de un soberano que decide sobre excepciones, Kelsen elimina cualquier traza de soberanía absoluta, reduciendo el Estado a un sistema de normas regido por la lógica interna del derecho. Esta idea es particularmente relevante en los sistemas jurídicos modernos, donde la separación entre el derecho y la política es un principio fundamental.
Además, Kelsen introduce el concepto de acto jurídico, que no se limita a la acción de los individuos, sino que incluye las normas emitidas por órganos estatales. En este sentido, el Estado no actúa por sí mismo, sino que actúa mediante normas que se insertan en su sistema. Esto permite una visión más funcional del Estado, en la que su existencia depende de la aplicación consistente de las normas jurídicas.
La norma fundamental y la validez del Estado
Una de las ideas centrales de la teoría kelseniana es la existencia de una norma fundamental (o hiper-norma), que da origen al sistema jurídico. Esta norma no es creada por ninguna otra norma, ni por ningún órgano estatal, sino que se establece como un postulado lógico. Es una norma que autoriza a todas las demás normas del sistema, y sin ella, no podría existir un sistema jurídico funcional. La norma fundamental, por tanto, es el punto de partida lógico de la validez del Estado.
Este enfoque tiene implicaciones profundas: si el Estado es una construcción normativa, entonces su existencia depende del reconocimiento tácito o explícito de la norma fundamental por parte de los ciudadanos. En otras palabras, no es necesario que los ciudadanos estén de acuerdo con las normas del Estado para que este exista, pero sí es necesario que acepten, de alguna manera, la estructura normativa que lo sostiene. Esta idea permite comprender cómo un sistema jurídico puede mantenerse incluso en condiciones de desacuerdo social o desobediencia.
Además, Kelsen propone que la norma fundamental puede ser aceptada por diferentes motivos: por interés personal, por tradición, por miedo, o por convicción moral. Lo importante, desde su perspectiva, es que el sistema funcione según reglas lógicas y no se vea influenciado por factores externos. Esta separación entre el derecho y otros fenómenos sociales es uno de los pilares de su teoría.
Ejemplos de la teoría del Estado según Kelsen
Para entender mejor cómo opera la teoría kelseniana del Estado, es útil recurrir a ejemplos concretos. Supongamos que un país tiene una Constitución, que es la norma más alta del sistema jurídico. Según Kelsen, esta Constitución es válida porque se deriva de la norma fundamental. A su vez, las leyes promulgadas por el gobierno son válidas si están en conformidad con la Constitución. En este sistema, incluso una ley injusta o desfavorable puede ser válida si cumple con los requisitos formales establecidos por la norma superior.
Otro ejemplo es el de los tratados internacionales. Si un país acepta un tratado como parte de su derecho interno, entonces ese tratado forma parte del sistema normativo estatal. Su validez no depende de su contenido moral ni de la intención de los gobernantes, sino de su inserción en la jerarquía normativa establecida por la norma fundamental. Esto permite que el Estado funcione como un sistema lógico y coherente, sin necesidad de apelar a razones políticas o ideológicas.
También es útil considerar el caso de un sistema de justicia. Si un juez aplica una ley para resolver un caso, no está actuando en nombre del Estado como entidad, sino como un órgano del sistema normativo. Su autoridad proviene de la norma jurídica, no de su posición política ni de su opinión personal. Esto refuerza la idea de que el Estado, según Kelsen, no es un actor activo con voluntad propia, sino un mecanismo para aplicar normas jurídicas.
El sistema normativo como concepto central
El concepto de sistema normativo es uno de los más importantes en la teoría kelseniana del Estado. Un sistema normativo, según Kelsen, es un conjunto de normas jurídicas que están interrelacionadas y organizadas de manera lógica. Cada norma tiene un rango dentro del sistema, y su validez depende de su posición en la jerarquía. La norma fundamental es el punto de partida, y a partir de ella se derivan todas las demás normas.
Este concepto permite comprender cómo el Estado puede funcionar sin necesidad de una autoridad central con voluntad propia. En lugar de eso, el Estado es simplemente el soporte material del sistema normativo. Las normas son aplicadas por órganos estatales, pero su validez no depende de la voluntad de esos órganos, sino de su posición en el sistema. Esto es crucial para entender cómo el derecho puede existir incluso en sociedades donde hay desacuerdo sobre la legitimidad del Estado.
Otra ventaja del sistema normativo es que permite distinguir entre normas válidas e inválidas. Una norma puede ser injusta o desfavorable, pero si está dentro del sistema, es válida. Por otro lado, una norma que se salga del sistema (por ejemplo, una ley promulgada por un gobierno ilegítimo) no tiene validez jurídica. Esta distinción es fundamental para mantener la coherencia del sistema y evitar que factores externos lo corrompan.
Principales características de la teoría del Estado según Kelsen
La teoría del Estado según Kelsen puede resumirse en una lista de características que la distinguen de otras corrientes filosóficas. Estas son:
- Sistema Puro del Derecho: El derecho se estudia de manera pura, sin mezclarse con moral, política o religión.
- Norma Fundamental: El sistema jurídico se fundamenta en una norma superior que no depende de ninguna otra.
- Jerarquía Normativa: Las normas jurídicas están organizadas en una jerarquía lógica, donde cada norma deriva su validez de otra superior.
- Estado como Soporte Material: El Estado no es una entidad con voluntad propia, sino el soporte material del sistema normativo.
- Separación entre Derecho y Política: El derecho se mantiene independiente de consideraciones políticas, sociales o morales.
- Acto Jurídico: El Estado actúa mediante normas jurídicas, no mediante voluntad política.
- Validez Formal: La validez de una norma depende de su posición en el sistema, no de su contenido o intención.
Estas características definen la esencia de la teoría kelseniana y son esenciales para entender cómo opera su visión del Estado. En el siguiente apartado, se explorará cómo esta teoría se compara con otras visiones del Estado.
La teoría kelseniana frente a otras teorías del Estado
La teoría del Estado según Kelsen se diferencia significativamente de otras corrientes filosóficas. Una de las más contrastantes es la teoría del Estado como expresión de la voluntad popular, defendida por filósofos como Rousseau. Según Rousseau, el Estado surge del contrato social, una voluntad colectiva que los individuos transfieren al soberano. Para Kelsen, esta visión es inadecuada, ya que mezcla conceptos políticos con conceptos jurídicos.
Otra teoría con la que Kelsen entra en conflicto es la de Carl Schmitt, quien veía en el Estado una realidad política con una dimensión esencial de autoridad soberana. Schmitt argumentaba que el soberano es aquel que decide sobre excepciones, algo que Kelsen rechaza, ya que en su sistema no hay una figura soberana con poder absoluto. Para él, el Estado es simplemente un sistema de normas, sin necesidad de un soberano con voluntad política.
Por otro lado, la teoría marxista del Estado, que ve al Estado como una herramienta de dominación de una clase sobre otra, también es incompatible con la visión kelseniana. Mientras que Marx ve al Estado como un instrumento de control social, Kelsen lo ve como un sistema neutral y puramente jurídico. Esta diferencia es crucial, ya que determina cómo se entiende la función del Estado en la sociedad.
¿Para qué sirve la teoría del Estado según Kelsen?
La teoría del Estado según Kelsen tiene múltiples aplicaciones prácticas y teóricas. En primer lugar, permite establecer una base lógica para el derecho positivo, separando claramente el derecho de otros fenómenos sociales. Esto es especialmente útil en sistemas jurídicos complejos, donde es necesario distinguir entre normas válidas e inválidas sin recurrir a consideraciones políticas o morales.
En segundo lugar, esta teoría facilita la comprensión del Estado como un sistema normativo, lo que ayuda a evitar confusiones entre el derecho y la política. Esto es especialmente relevante en contextos donde el Estado está polarizado o donde existe desconfianza hacia las instituciones. Al reducir el Estado a un sistema de normas, Kelsen permite que los ciudadanos entiendan su funcionamiento de manera más objetiva.
Por último, la teoría kelseniana sirve como base para el desarrollo de sistemas jurídicos modernos, donde la separación entre derecho y política es un principio fundamental. Al proporcionar un marco lógico y coherente, Kelsen permite que los sistemas jurídicos funcionen con mayor eficacia y transparencia, sin necesidad de apelar a razones ideológicas o subjetivas.
Variaciones y sinónimos en la teoría kelseniana del Estado
Aunque la teoría del Estado según Kelsen se conoce comúnmente como la teoría pura del derecho, también se puede describir con otros términos. Algunos sinónimos o expresiones alternativas incluyen:
- Teoría normativa del Estado
- Visión jurídica del Estado
- Teoría lógica del Estado
- Enfoque kelseniano del sistema estatal
- Concepción formal del Estado
Estos términos resaltan diferentes aspectos de la teoría, pero todos se refieren al mismo enfoque: el Estado como sistema de normas jurídicas. Cada uno de estos términos puede usarse en contextos académicos o jurídicos para referirse a la visión kelseniana, dependiendo del énfasis que se quiera dar.
El Estado como soporte material del sistema normativo
Una de las ideas más originales de Kelsen es la distinción entre el Estado como sistema normativo y el Estado como soporte material. Mientras que en otras teorías el Estado se ve como una entidad con voluntad propia, en la visión kelseniana el Estado no es más que el soporte físico o material del sistema normativo. Esto significa que el Estado no actúa por sí mismo, sino que actúa mediante normas jurídicas que se aplican a través de órganos estatales.
Esta distinción es fundamental para entender cómo el derecho puede existir independientemente de la política. El soporte material del Estado (es decir, sus instituciones, su burocracia, su ejército, etc.) no tiene autoridad por sí mismo, sino que su función es aplicar las normas jurídicas. Esta visión permite separar claramente el derecho de la política, lo que es especialmente útil en sistemas donde la autoridad política puede ser cuestionada o donde existe desacuerdo sobre la legitimidad del gobierno.
El significado de la teoría del Estado según Kelsen
La teoría del Estado según Kelsen no solo es un modelo abstracto, sino también una herramienta práctica para entender cómo funciona el derecho en la sociedad. Su enfoque purista del derecho permite evitar confusiones entre normas jurídicas y normas políticas, lo que es especialmente útil en sistemas democráticos donde la separación entre poderes es un principio fundamental. Además, al reducir el Estado a un sistema de normas, Kelsen permite que los ciudadanos entiendan su funcionamiento de manera más objetiva y lógica.
Otra ventaja de esta teoría es que permite distinguir entre normas válidas e inválidas de manera clara. Una norma puede ser injusta o desfavorable, pero si está dentro del sistema, es válida. Por otro lado, una norma que se salga del sistema (por ejemplo, una ley promulgada por un gobierno ilegítimo) no tiene validez jurídica. Esta distinción es fundamental para mantener la coherencia del sistema y evitar que factores externos lo corrompan.
Además, la teoría kelseniana tiene implicaciones prácticas en la formación de jueces, abogados y legisladores. Al enseñarles que el derecho debe ser estudiado de manera pura, se les ayuda a evitar sesgos políticos o morales que puedan influir en su trabajo. Esto es especialmente relevante en contextos donde el derecho se ve afectado por conflictos ideológicos o intereses de poder.
¿Cuál es el origen de la teoría del Estado según Kelsen?
La teoría del Estado según Kelsen tiene sus raíces en el contexto histórico y filosófico de la Austria interguerra. Nacido en 1881, Kelsen vivió una época de inestabilidad política y social, lo que lo llevó a buscar un marco legal estable y neutral. Su experiencia en la Universidad de Viena y su interacción con filósofos y juristas de la época lo llevaron a desarrollar una visión del derecho que era puramente lógica y separada de consideraciones políticas o morales.
Influenciado por la filosofía del positivismo lógico, Kelsen buscaba un sistema jurídico que fuera coherente y objetivo. Su teoría se desarrolló a lo largo de varias obras, entre las que destaca *Teoría General del Derecho y del Estado* (1945), donde expone por primera vez su Sistema Puro del Derecho. En este libro, Kelsen argumenta que el derecho debe ser estudiado de manera pura, sin mezclarse con valores o intereses externos.
A lo largo de su carrera, Kelsen también influyó en la formación del derecho constitucional moderno, especialmente en sistemas democráticos donde la separación entre derecho y política es un principio fundamental. Su teoría sigue siendo relevante hoy en día, especialmente en contextos donde la independencia del poder judicial es un tema central.
Otras visiones del Estado en el pensamiento jurídico
Aunque la teoría kelseniana del Estado es una de las más influyentes del siglo XX, no es la única. Otras corrientes filosóficas ofrecen diferentes enfoques del Estado. Por ejemplo:
- Carl Schmitt: Ve al Estado como un fenómeno político, con una dimensión esencial de autoridad soberana.
- Max Weber: Define el Estado como una organización que monopoliza el uso legítimo de la violencia en un territorio.
- Karl Marx: Ve al Estado como una herramienta de dominación de una clase sobre otra.
- Jean-Jacques Rousseau: Propone el Estado como resultado de un contrato social entre individuos.
Cada una de estas teorías tiene sus ventajas y limitaciones, y ninguna es completamente satisfactoria. La teoría kelseniana, sin embargo, destaca por su claridad lógica y su enfoque purista del derecho. Aunque puede ser crítica con otras teorías, Kelsen reconoce que cada una tiene su lugar en el estudio del derecho, dependiendo del contexto y los objetivos que se persigan.
¿Cómo se relaciona la teoría del Estado según Kelsen con el derecho actual?
La teoría del Estado según Kelsen sigue siendo relevante en el derecho actual, especialmente en sistemas donde la separación entre derecho y política es un principio fundamental. En muchos países democráticos, los jueces y los legisladores aplican normas jurídicas sin mezclarse con consideraciones políticas o morales, siguiendo el modelo kelseniano. Esto permite que el sistema jurídico funcione de manera coherente y neutral, independientemente de los intereses de los gobernantes o de la sociedad.
Además, la idea de que el Estado es un sistema de normas jurídicas tiene importantes implicaciones prácticas. Por ejemplo, permite que los ciudadanos entiendan su funcionamiento de manera más objetiva, sin necesidad de aceptar una visión política o ideológica del Estado. También permite que los jueces actúen con independencia, basando sus decisiones en el derecho y no en la política.
En contextos donde el Estado está polarizado o donde existe desconfianza hacia las instituciones, la teoría kelseniana proporciona un marco lógico que permite entender el sistema jurídico sin recurrir a razones ideológicas o subjetivas. Esto es especialmente útil en sistemas donde la ley debe ser aplicada de manera imparcial, sin influencia de factores externos.
Cómo usar la teoría del Estado según Kelsen en la práctica
La teoría del Estado según Kelsen puede aplicarse en la práctica de varias maneras. Por ejemplo:
- En la formación de jueces: Al enseñar a los jueces que el derecho debe ser estudiado de manera pura, se les ayuda a evitar sesgos políticos o morales que puedan influir en su trabajo.
- En la elaboración de leyes: Al crear leyes, los legisladores deben considerar su posición en el sistema normativo y asegurarse de que estén en conformidad con las normas superiores.
- En la interpretación judicial: Los jueces pueden usar la teoría kelseniana para interpretar las leyes de manera objetiva, sin mezclarse con consideraciones políticas o morales.
- En la educación jurídica: Al enseñar a los estudiantes de derecho, se les puede mostrar cómo funciona el sistema normativo y cómo se aplica el derecho de manera lógica y coherente.
- En la reforma del sistema jurídico: Al diseñar reformas legales, los responsables políticos pueden usar la teoría kelseniana para asegurarse de que las nuevas normas se integren correctamente en el sistema existente.
Además, la teoría kelseniana puede usarse para evaluar la validez de las normas jurídicas. Si una norma no se ajusta a la jerarquía normativa establecida por la norma fundamental, no tiene validez jurídica. Esto permite que los ciudadanos y los órganos estatales actúen con mayor transparencia y responsabilidad.
Crítica y controversia en la teoría kelseniana del Estado
A pesar de su influencia, la teoría del Estado según Kelsen no es inmune a críticas. Una de las principales objeciones es que su enfoque purista del derecho lo hace inadecuado para entender fenómenos sociales complejos, como la justicia, la moralidad o la equidad. Para algunos críticos, el derecho no puede ser separado completamente de la política o de los valores sociales, y el enfoque kelseniano ignora estas dimensiones importantes.
Otra crítica es que la teoría kelseniana puede llevar a una visión formalista del derecho, donde la validez de una norma depende más de su posición en el sistema que de su contenido. Esto puede dar lugar a situaciones donde leyes injustas o represivas son consideradas válidas simplemente porque están dentro del sistema. Esta crítica es particularmente relevante en contextos donde el sistema jurídico es utilizado para perpetuar desigualdades o abusos de poder.
A pesar de estas críticas, la teoría kelseniana sigue siendo una referencia importante en el estudio del derecho. Su enfoque lógico y coherente proporciona una base sólida para entender cómo funciona el sistema jurídico, y sigue siendo relevante en muchos contextos prácticos.
Impacto de la teoría kelseniana en el derecho contemporáneo
La teoría del Estado según Kelsen ha tenido un impacto duradero en el derecho contemporáneo, especialmente en sistemas donde la separación entre derecho y política es un principio fundamental. En muchos países democráticos, los jueces y los legisladores aplican normas jurídicas siguiendo el modelo kelseniano, lo que permite que el sistema funcione con mayor eficacia y transparencia.
Además, la teoría kelseniana ha influido en el desarrollo del derecho constitucional moderno, especialmente en sistemas donde la Constitución es la norma fundamental del sistema. La idea de que todas las normas jurídicas deben estar en conformidad con la Constitución, y de que su validez depende de su posición en el sistema, es una consecuencia directa del enfoque kelseniano.
En la actualidad, la teoría kelseniana sigue siendo relevante, especialmente en contextos donde el derecho debe ser aplicado de manera imparcial, sin influencia de factores externos. Aunque no es inmune a críticas, su enfoque lógico y coherente proporciona una base sólida para entender cómo funciona el sistema jurídico moderno.
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